domingo, 30 de junio de 2013

VINCENT VAN GOGH A SU HERMANO THEO (21 de febrero, 1888)





CARTAS DESDE PROVENZA

 
Vincent van Gogh (1853-1890). Pintor holandés. Autorretrato como artista, 1888


LLEGADA

 
Vincent van Gogh (1853-1890). Pintor holandés. Boceto de tres huertos, 1888



Vincent llegó a Provenza para encontrar «Japón». En París, había caído bajo el encanto de las pinturas japonesas, que tuvieron una gran influencia en sus propias pinturas, y estaba convencido de que los brillantes colores del paisaje del Midi se aproximarían a los de Japón. Cuando llegó, sin embargo, no encontró la Provenza que había esperado pues el campo estaba emblanquecido por la nieve.

     Cuando el tren de Vincent entró en Arlés a mediodía del 20 de febrero de 1888, el tiempo estaba helado. Ansioso por encontrar un lugar donde hospedarse, pasó a través de las puertas de las murallas medievales de la ciudad vieja. Necesitaba alojamiento barato, pero requería una habitación suficientemente grande para trabajar en ella hasta que el tiempo mejorase. Vincent no caminó mucho, paró en el Hotel Carrel, calle Cavalieri, 30,  donde encontró una habitación en un piso alto con vistas hacia los tejados del centro de la ciudad.

     Aunque el paisaje cubierto de nieve era mágico, con las flores ya en capullos, el tiempo permaneció inhabitualmente frío durante tres semanas, obligando a Vincent a trabajar en el interior. Sus primeras pinturas de Provenza fueron hechas en el interior del hotel, pero estaba impaciente por salir al campo, que no estaba muy lejos del centro de Arlés y, tan pronto como la nieve se fundió, estuvo dispuesto a salir y explorar. Su primer descubrimiento fueron los huertos, en los que quiso captar las flores frescas sobre un cielo fuertemente azul. Trabajando impacientemente, pues los pétalos pronto empezaron a caer, pintó catorce huertos en únicamente un mes.


A R L É S


 
Vincent van Gogh (1853-1890). Pintor holandés. Trigal con vista de Arles, 1888




Arlés, una ciudad romana en el centro de Provenza,

estaba rodeada de huertas. Aquí, a la fuerte luz del

Midi, Vincent escapó de las presiones de la vida parisina

para establecer su «estudio del Sur».


Vincent van Gogh (1853-1890). Pintor holandés. Huerto en flor, Arles. Abril, 1888



A Theo, 21 de febrero de 1888

MI QUERIDO THEO.

Durante el viaje pensé en ti como mínimo tanto como en la nueva región que estaba viendo…

     Y ahora empezaré por explicarte que hay unos dos palmos de nieve por todas partes, y aún sigue cayendo más. Arlés no me parece mayor que Breda o Mons.

     Antes de llegar a Tarascón vi un magnífico paisaje de inmensas piedras amarillas… En el pueblecito entre esas rocas había filas de arbolitos redondeados con hojas verde oliva o de un verde grisáceo…

     Pero aquí en Arlés el campo parece plano. He visto algunas espléndidas extensiones rojas de tierra plantada con viñedos, sobre un fondo de montañas del lila más delicado. Y los paisajes nevados, con las cimas blancas contra un cielo tan luminoso como la nieve, eran como los paisajes invernales que pintaban los japoneses…

Siempre tuyo, Vincent


Vincent van Gogh (1853-1890). Pintor holandés. Anciana de Arles, 1888


A Theo,c. 25 de febrero de 1888

MI QUERIDO THEO,

…Mi sangre está realmente empezando a pensar en circular, que ya es más de lo que nunca hizo durante ese último período en París.

No podría haberlo aguantado mucho mas…

Siempre tuyo, Vincent



Los estudios que he hecho son –una vieja Arlesiana, un paisaje, nevado, una vista de un trozo de acera con una charcutería…

 
Vincent van Gogh (1853-1890). Pintor holandés. Carnicería vista a través de una ventana, 1888


THEO VAN GOGH  1857-1891


Theo van Gogh, 1889
Hermano de Vincent. Como él, empezó trabajando como tratante de arte para Goupil. Fue trasladado a la galería que la compañía tenía en París en 1878 y seis años más tarde fue ascendido a director de su sucursal, en el número 19 del bulevar Montmartre.

En aquel momento ya había empezado a ayudar económicamente a su hermano y le enviaba regularmente sumas que le permitieran pintar.



Tomado del libro “Cartas ilustradas. Vincent Van Gogh. Cartas desde Provenza”. Selección y presentación de Martin Bailey.

Título original: Letters from Provence. Publicado en ingles por Collins &Brown Limited, Londres.

Traducción de Pilar Vásquez.

                                 

miércoles, 26 de junio de 2013

MIGUEL HERNÁNDEZ A JOSEFINA MANRESA




Miguel Hernández y Josefina Manresa, 1937.






Amor, 31 de mayo de 1936

        Mi queridísima y nunca olvidada Josefina mía: Ayer he recibido tu carta llena de querer que se me derramaba por todo el corazón y me lo hacía latir con más fuerza. Cómo no quieres que me alegre saber a cada momento que estás loca por mí, si cuando lo leo en tus cartas me siento tan feliz y tan contento en la vida. Sería para mí una angustia muy grande si me encontrara en este mundo sin tu querer, que es para lo que yo he nacido, guapa de mi alma. Mira, Josefinita, sabes que escribes mejor que yo en el papel que te mando. Quiero que me escribas todas tus cartas en papel de éste, porque además sabrás una cosa: no quiero que me escribas en el otro, aunque me gusta mucho el color, porque mi papel es más grande y me pones más cosas y se te hacen las cartas más largas, que es lo que yo quiero. Por lo demás, no te preocupes que es papel de mi oficina y no importa que gaste poco o mucho porque aquí entra papel por quintales. De modo, que no son tantos los gastos como tú te imaginas y lo que me gasto en sellos no me lo gasto en vicios, aunque no tengo ninguno, palabra. Oye, nena mía, vida de mi corazón, no te había dicho hasta ahora que hace ya varias cartas que no me mandas ya más pétalos de rosa. No quería decírtelo por si era que tú te olvidabas de ponerlo, pero por lo visto es que ya se ha deshojado del todo tu corazón y no me lo puedes mandar con tanto beso como lo cargabas en cada hoja. Aún sigo abriendo con mucho cuidado las cartas por si viene, y no quiero que se caiga al suelo para que no se desperdicien los besos de mi morenica que me tiene cada momento que pasa más loco y más atontado. 
Josefina Manresa, esposa del poeta.


Mira, vida mía, mira, mira, que me muero por ti aquí y no voy a tener quien me entierre. Yo quiero que te traigan a mis brazos pronto, porque los tengo desesperados de tanto desearte, amorosica mía. Pero no te quiero decir estas cosas que tú no te desanimes y te pongas triste en ese cochino pueblo. Me alegro mucho que ya haya encontrado trabajo tu hermano y que tu boca haya dado en representación de la mía muchos besos a Conchita, Carmen y Gertrudis, puedes volver a hacer lo mismo ahora, te doy permiso para que hagas otra vez de boca mía, aunque me parece te será muy difícil, corazoncito guapo, porque tendrás que hacerla más grande y más gruesa. Estoy muy contento ahora, porque estoy cada día más seguro de tu querer y del mío y creo que las cosas se han de arreglar muy pronto. Mira, Josefinica morena y queridísima: ya te avisaré cuando voy, aunque va a ser muy difícil que sea por más de dos días. No sé, ya veré cómo me las arreglo para poder verte pronto. No está resuelto todavía lo del libro de mi amigo y como a mí me habían de pagar el viaje para hablar en  Orihuela en el Salón Novedades de él y eso no está hecho todavía…Ya sabes que no te aseguré que fuera cierto para junio. No me mates que no vas a poder vivir sin mí. Yo creo que aún se arreglará la cosa para antes que termine el mes y pueda ir. Lo que no quiero es que creas que voy a ir y luego no vaya. Pero iré, no te preocupes antes de que termine este mes seguramente. Ya te avisaré también pronto para que vayas a donde haya una radio a eso de las nueve menos diez, porque dentro de un mes a lo más voy a hablar en Unión-Radio de Madrid, que me han llamado para hacerlo y  me darán diez duros. Ya te diré el día fijo para que me oigas. Yo tengo las mismas ganas que tú de estrechar tus manos, por no decir más, no me trates de envidioso. Será muy pronto, paloma de mis ojos, ya verás como sí. Lleva cuidado con el viento, que no te tire más tinteros porque te vas a ir a la ruina. ¿Cuántos besos quieres? ¿Mil? Eso es muy poco: toma toda mi boca y toda mi alma y sírvete tú los que quieras.
        Adiós, come mucho y gasta poco

MIGUEL

[En los márgenes:] Diviértete mucho y no gastes nada. Que nos tenemos que casar.

Adiós, Josefina: distráete con tu hermana de la soledad.


Miguel Hernández  (Orihuela, 30 de octubre de 1910 – Alicante, 28 de marzo de 1942) . Poeta y dramaturgo español.


Tomado del libro de Alberto Manguel, Breve tratado de la pasión. Lumen.





domingo, 23 de junio de 2013

JOSÉ ANTONIO RAMOS SUCRE A SU HERMANO LORENZO (OCTUBRE DE 1929)






José Antonio Ramos Sucre (Cumaná, 9 de junio de 1890- Ginebra, 13 de junio de 1930). Poeta, educador y diplomático venezolano.





Caracas, 25 de octubre de 1929

Señor Lorenzo Ramos Sucre,

agente del Banco de Venezuela

Maracay

Fiel Lorenzo:

        Empiezo por decirte que Federico está pensionado por el Estado Sucre y que él no se aplica a los estudios. Es un hombre de sociedad y nada vulgar. Un joven tan alegre no habría surgido jamás en el presidio de casa. Observa la diferencia. Luisa puede ser hostil con los extraños, pero no desespera a sus hijos y lo ves en los casamientos de sus hijos. Por otra parte, la presencia bonancible de Ramón neutraliza la melancolía y severidad que pueda haber en Luisa. Yo no creo en severidad, mal humor, irascibilidad: yo no señalo sino crueldad y vulgaridad.
        Tú sabes que la escasa resistencia que ofrezco a las enfermedades no vienen sino de un sistema nervioso destruido por los infinitos desagrados, discusiones, maldiciones, desesperaciones y estrangulaciones que me afligieron.
        Carúpano fue un encierro. El padre Ramos ignoraba por completo el miramiento que se debe a un niño. Incurría en una severidad estúpida por causas baladíes. De allí el ningún afecto que siento por él. Yo pasaba días y días sin salir a la calle y me asaltaban entonces accesos de desesperación y permanecía horas llorando y riendo al mismo tiempo. Yo odio a las personas encargadas de criarme. No acudí a papá por miedo. El P. Ramos era una eminencia y yo no era nadie, sino un niño mal humorado. La humanidad  bestial no veía que el mal humor venía de la desesperación del encierro y de no tener a quien acudir. Yo temía a papá, quien era atento con Trinita y no conmigo. Ya ves cómo se vino elaborando mi desgracia. Suponte que yo era regañado por el Padre Ramos y regañado por la plasta de mierda de Martínez Mata porque retozaba con los niños de mi edad, a los once años, en la plaza de Santa Rosa. Es decir, yo era regañado por un acto impuesto por la pedagogía anglosajona hace tres siglos y defendido celosamente por la policía anglosajona. Habla con personas que conozcan a Inglaterra y los Estados Unidos.
        Al salir de ese presidio de Carúpano, circuito del infierno dantesco, pude salir a la calle, pero la tiranía era más severa aunque de nueva forma. Incurría en el enojo de Rita Sucre por actos de falta de atención o de fatiga de la atención y estas escenas eran tremendas y duraban meses. No podía aplacarla a pesar de mi docilidad nativa. Yo me creía obligado a dar el ejemplo de la honestidad y sólo conseguí ser un hipócrita, un mentiroso.
        Creo en la potencia de mi facultad lírica. Sé muy bien que he creado una obra inmortal y que siquiera el triste consuelo de la gloria me recompensará de tantos dolores.
       
Lorenzo Ramos Sucre, hermano del poeta.
Tú supondrás si con tales antecedentes puedo yo resistir una infección imperecedera como la amibiasis. El desequilibrio de mis nervios es un horror y sólo el miedo me ha detenido en el umbral del suicidio. Uno no hace lo que quiere sino lo que le permiten las circunstancias de herencia, educación, salud o enfermedad corporal, etc. Nuestros actos son involuntarios y hasta irreflexivos.
        Ahora, yo observo que yo era más vivo que mis contemporáneos y que ellos sólo me superaban en tener hogar sedante y tolerante. Yo he sido querido, admirado, compadecido por bellísimas mujeres. Naturalmente, no he abusado de su bondad. María del Rosario Arias habló conmigo una sola vez, antes de venirme para Caracas y me recordaba afectuosamente por ese único motivo. Se asombró de mi humanidad y amenidad al conocerme.
        Yo no recuerdo a José Antonio Yépez. Salúdalo con mucha cordialidad en mi nombre. Dolores Emilia está muy satisfecha de ti y de tu gente.
        Los juicios acerca de mis dos libros han sido muy superficiales. No es fácil escribir un buen juicio sobre dos libros tan acendrados o refinados. Se requieren en el crítico los conocimientos que yo atesoré en el antro de mis dolores. Y todo el mundo no ha tenido una vida tan excepcional. Solamente Leopardi, el poeta de la amargura. Alguien ha apuntado ya mi semejanza con el lírico y filósofo italiano. Lírico es el que habla de sus propias emociones.
        Antier estuvo por aquí la importante Gladys, mi sobrina perfecta. Creo que no se fue descontenta.
        Conserva tu salud y compra una casa en Caracas.

        Te abraza tu hermano,



J.A.R.S