domingo, 28 de abril de 2013

CARTAS DE NERUDA A ALBERTINA ROSA




CARTAS DE NERUDA A ALBERTINA ROSA
 

CARTA 1



ALBERTINA: También hoy, 22, llegó carta de ti. Estás magnífica. El domingo me voy. Venía la pluma. El viento me la quitó. Ha llegado allá? Estudias?  He robado un gatito romano, hermosísimo: lo llevaré a Santiago. Aquí hay ya una bruma de invierno, y qué tristes los puertos, cuando llueve! He aquí mi retrato.

Pablo


Esta carta fue escrita en el Sur de Chile, en Puerto Saavedra, en la desembocadura del río Imperial, tierra donde nacieron sus mejores poemas de juventud. (N. de S.F.L.)



CARTA 2

Ya estaremos juntos de nuevo, Mocosa, y estaremos por lo menos más alegres. Este es un pueblo amarillo y triste, ya lo he recorrido entero, ya he hablado con todos mis conocidos, ya he leído todos los libros que traje, ya he visto todas las estrellas de este cielo. Por eso, ve modo de escribirme; te quiero tanto cuando pienso que esta no es mi vida enteramente, porque tu no estás y me faltas. El lunes me iré al campo: a dos leguas a caballo. Vendré a buscar tus cartas y a poner las que pueda escribirte, que no serán muchas ni muy interesantes. No pienses que vaya a Concepción, mejor piensa, pero no creas que pueda ir: está tan lejos y no podría traerte.
     Todos mis proyectos de escribir, estudiar, pensar, se van derrumbando. Estoy mal en el pueblo, mal en mi casa, en todas partes. Hoy a las 12 tuve un deseo violento de volver a Santiago y enterrarme libremente en mi conventillo. Es posible que lo haga, por lo menos no es imposible. De todas maneras estudiaré en febrero (estudia!) y en marzo veré los ojos de té de la Pequeña. De la mala Mocosa que en 11 días me escribe diez renglones, y olvida el número de mi casilla.
     No mereces una línea más.
                                                                Tuyo
   Pablo








El pueblo amarillo y triste aludido por Neruda corresponde a la hoy floreciente ciudad de Temuco, teatro de la infancia y adolescencia del poeta. (N. de S.F.L.)

Cartas tomadas del libro “Cartas de amor de Pablo Neruda”. Ediciones Rodas, Madrid.

jueves, 25 de abril de 2013

ÉMILE ZOLA A JEANNE ROZEROT


ÉMILE ZOLA A JEANNE ROZEROT



Emile Zola (1840 – 1902). Escritor y fotógrafo francés.  



A Madame Rozerot en Cheverchemont par Triel


París, viernes 13 de julio de 1894.

Querida mujer bien amada, no hay por qué preocuparse si me has visto un tanto enfermo el día de ayer. No es nada grave y la molestia es tan sólo que me duele mucho cuando me atacan estas crisis (3). Estoy pagando sin duda mi enorme trabajo del invierno pasado. Además, y esto es cierto, no soy feliz. Esta división, esta vida doble que estoy obligado a vivir termina por desesperarme. Por lo mismo te ruego que seas buena conmigo y que no te enfades cuando las cosas no salen según nuestros deseos. Yo había acariciado el sueño de hacer feliz a todo el mundo a mi alrededor, pero descubro que esto es imposible y yo soy el primer afectado. Cuando ayer por la noche llegué de nuevo a mi casa, estuve muy triste. ¡Yo que había disfrutado por adelantado el ir a verlos! Apenas si pude hablarte, no pude decirte todo lo que me hubiera gustado decirte, apenas besé a mis pobres bebés. Esta mañana aún me pregunto si es cierto que los he visto a los tres.
Y lo peor de todo es que yo no quisiera llevarles sino alegría en las raras ocasiones en que voy a verlos. Ayer no les llevé más que tristeza. Estoy desolado y muy enojado conmigo mismo. Atravieso por un mal momento. Si trabajo es porque no sé qué hacer, pues no tengo el corazón para pasearme o distraerme de otra manera. Así que me aburro y tomo un libro. Espero que este estado cese; quiero estar muy bien la próxima semana cuando los vuelva a ver en París. Prefiero también encontrármelos a solas [...] Hay que estar alegres y tener buena salud, querida mujer bien amada.
No te preocupes por el pobre hombre que soy. Tú eres joven y no debes entristecerte. Acuérdate que yo te quiero con todo mi corazón y no te preocupes por lo demás. Lo que no puede cambiar es el cariño que les tengo. Cuando me veas triste, preocupado, sufriendo, ten la seguridad de que no tienes nada que ver en ello; y la única manera de aliviarme es que no te entristezcas por mi estado, que me conserves en ti mi rinconcito de felicidad siempre joven y siempre contento. Es necesario que sigas siendo mi alegría.
Besa por mí fuertemente a mis dos pequeños, querida mujer bien amada. Denise es cada vez más gentil, más afectuosa, y Jacques crece como un hermoso muchacho. La idea de que nos amarán y serán nuestra alegría me consuela de muchas cosas. Y es necesario que sean también casi todo para ti, ya que no puedes tenerme. Son el querido lazo que nos mantiene unidos y que nadie puede romper.
Les mando un beso de todo corazón a mis tres hermosos hijos. Quiéranme bien aun cuando no los haga tan felices como quisiera. Le mando un beso a Jeanne, le mando un beso a Denise, le mando un beso a Jacques, por orden de estatura, y los guardo a los tres en mi corazón. Hasta el miércoles.


Traducción de Alberto Román




Émile Zola
(1840 – 1901). Escritor francés
Emile Zola (1840 – 1902). Escritor y fotógrafo francés. Autorretrato.

martes, 23 de abril de 2013

EMILY DICKINSON. CARTA A SAMUEL BOWLES



CARTA A SAMUEL BOWLES


Samuel Bowles (1826 - 1878)



Samuel Bowles era muy amigo de Austin y Susan y fue por intermedio de ellos que Emily Dickinson llegó a conocerlo.

Editor del Springfield Daily Republican, desplegó gran energía para que este periódico creciera en número de lectores y calidad. La actividad que esto exigía, juntos con los largos viajes que realizó, fueron responsables del agotamiento físico que sufrió y que por último acabó con su vida.

La correspondencia con Samuel Bowles comienza alrededor del año 1858, en la época en que Emily Dickinson vivió las mayores angustias y sobresaltos interiores. Es durante este tiempo cuando se va fraguando, en las cartas primero y después en los poemas, la producción más intensa, aquella que reflejaba el nacimiento de los “volcanes” dentro de ella. Qué circunstancias causaron tanta conmoción interna, es todavía un misterio. Algunos han querido ver en un amor no correspondido por Bowles o en una infructuosa aspiración a que él publicara sus poemas en el Springfield Republican, una causa de los intensos sentimientos que se pueden encontrar registrados en las cartas de este período.

De las cincuenta cartas dirigidas a los Bowles que nos han llegado una sola está dirigida a él y a su esposa Mary. En efecto, pronto la correspondencia se establece exclusivamente con el “Dear Dr. Sam”, como ella lo llamaba con una especie de respetuoso afecto, no obstante Samuel Bowles fuera casi su coetáneo. Con el pasar del tiempo, en las últimas cartas dirigidas a él que nos han quedado, E.D. llega a llamarlo “Dear Friend”. Y esto es lo que él, en nuestra opinión, era para E.D.: un amigo muy cercano a sus afectos y a su intelecto, alguien con quien podía ser ella misma y expresarse con libertad, con la convicción de ser entendida y comprendida.

Esta cercanía era el supuesto que podía darle a Samuel Bowles la autoridad para cuestionar las actitudes que a veces E.D. tomaba con las personas que iban visitarla y que, sobre todo en los últimos años, abandonaban la casa sin haber tenido la oportunidad de verla y hablar con ella. Recordamos en este sentido la situación que se creó cuando Samuel Bowles viajó especialmente para verla y Emily Dickinson rehusó bajar al salón para encontrarlo. A diferencia de otros visitantes que respetaban su decisión, Samuel Bowles actuó de la manera que se relata en la carta N°515.

Después de la precoz muerte de su amigo, E.D. mantuvo correspondencia con su viuda Mary y con el hijo de Samuel Bowles, quien sucedió al padre en la dirección del periódico.

Escribió también en ese tiempo a Maria Whitney, la mujer que estuvo ligada a Bowles por una larga e íntima amistad y a quien E.D. apreciaba sobremanera, como podemos constatar en las alusiones a ella que se encuentran en algunas de las cartas a las primas Norcross.


189

Para Mr. y Mrs. Samuel Bowles                            alrededor de junio 1858


Queridos Amigos.
        
Siento que vinieran, porque se han ido.
De aquí en adelante, no recogeré ni una Rosa, por miedo a que se marchite o me hiera con sus espinas.
Quisiera que vivieran aquí. Aunque sean casi las nueve, el cielo es alegre y amarillo, y hay una embarcación purpúrea o algo parecido, con la cual un amigo pudiera zarpar. Esta noche se parece a «Jerusalén». Yo creo que Jerusalén debe parecerse al Salón de Sue cuando estábamos allí hablando y riendo y Usted y Mr. Bowles están cerca. Espero que todos nos comportemos de tal manera que podamos llegar a Jerusalén. ¿Cómo están Sus Corazones hoy? Los nuestros están bastante bien. Espero que Su viaje haya sido placentero y haya alegrado a Mrs. Bowles. La Retrospección tal vez los hará regresar algún día.
Ustedes nos encontrarán a todos cerca de la entrada, aunque vengan dentro de cien años, tal como estuvimos ese día.
Si, antes, la puerta del jardín se volviera de «Jaspe», Ustedes no tendrían objeciones que poner, ya que aún estaremos recostados allí, buscándolos con la mirada.
Esta mañana paseé en coche con Austin.
Me enseñó montañas que tocaban el cielo y arroyos que cantaban como Atajacaminos. ¿No fue eso muy gentil de su parte? Yo Se los regalaré porque son míos y «todas las cosas son mías» excepto «Cephas y Apolos» por los que no siento ninguna predilección.
El amor de Vinnie rebosa el mío.

Reciban a                                                                       Emilie.


Emily Dickinson  (1830-1886). Poeta estadounidense.



 [ Escrita en tinta.
La amplia colección de cartas escritas por Samuel Bowles a Austin y Susan Dickinson muestra que su amistad empezó a desarrollarse alrededor de 1858. En ese tiempo una carta escrita en términos amistosos pero no íntimos habla del dolor de Mrs. Bowles por el nacimiento de un niño muerto. La esperanza de que el viaje hubiera «alegrado  Mrs. Bowles» sugiere que la visita a Amherts había sido hecha con ese fin. La época del año es indicada por la puesta del sol a las nueve de la noche. La alusión bíblica al final de la carta está contenida en la Epístola I a los Corintios 3.21-22: «Nadie, pues, se gloríe en los hombres, que todo es vuestro».
         Ésta es la única carta escrita conjuntamente a Mr. y Mrs. Bowles.]



Tomado de “Emily Dickinson, los sótanos del alma”. Tomo II. Sus cartas. Editorial “El otro el mismo”. Universidad de los Andes. Mérida.  Venezuela.