"Los besos por escrito no
llegan a su destino, se los beben por el camino los fantasmas".
“Todo lo que en Kafka parece trascendente es realmente una
burla, aunque de una manera siniestra; es una burla que emana de una gran
dulzura de espíritu. Aunque adoraba a Flaubert, Kafka poseía una sensibilidad
mucho mayor que el creador de Emma Bovary. Y sin embargo su narrativa, breve o
larga, es casi invariablemente austera en sucesos, tonalidades y situaciones.
Lo terrible va a suceder. La esencia de Kafka puede encontrarse en muchos
pasajes, y uno de ellos es su famosa carta a la extraordinaria Milena. A pesar
de lo atormentadas que suelen ser las cartas de Kafka, se hallan entre las más
elocuentes del siglo”.
Harold Bloom
Hace mucho tiempo que no le escribo, señora Milena, y
también hoy le escribo por una casualidad. En realidad no tengo que disculparme
de mi silencio, usted sabe cómo odio las cartas. Toda la desdicha de mi vida
-no quiero con esto quejarme, sino hacer una observación de interés general-
proviene por así decir de las cartas o de la posibilidad de escribirlas. Las
personas casi nunca me han traicionado, pero las cartas siempre; y en verdad no
las ajenas, sino justamente las mías. En mi caso es una desgracia muy especial,
de la que no quiero seguir hablando, pero al mismo tiempo es también una
desgracia general. La sencilla posibilidad de escribir cartas debe de haber
provocado -desde un punto de vista meramente teórico- una terrible
desintegración de almas en el mundo.
Es en efecto una conversación con
fantasmas (y para peor no sólo con el fantasma del destinatario, sino también
con el del remitente) que se desarrolla entre líneas en la carta que uno
escribe, o aun en una serie de cartas, donde cada una corrobora la otra y puede
parecerse a ella como testigo. ¿De dónde habrá surgido la idea de que las
personas podían comunicarse mediante cartas? Se puede pensar en una persona
distante, se puede aferrar a una persona cercana, todo lo demás queda más allá
de las fuerzas humanas. Escribir cartas, sin embargo, significa desnudarse ante
los fantasmas, que lo esperan ávidamente. Los besos por escrito no llegan a su
destino, se los beben por el camino los fantasmas. Con este abundante alimento
se multiplican, en efecto, enormemente. La humanidad lo percibe y lucha por
evitarlo; y para eliminar en lo posible lo fantasmal entre las personas y lograr
una comunicación natural, que es la paz de las almas, ha inventado el
ferrocarril, el automóvil, el aeroplano, pero ya no sirven, son evidentemente
descubrimientos hechos en el momento del desastre. El bando opuesto es tanto
más calmo y poderoso, después que el correo inventó el telégrafo, el teléfono,
la telegrafía sin hilos. Los fantasmas no se morirán de hambre y nosotros en
cambio pereceremos.
[Traducción de J.R. Wilcock]
Franz Kafka (Praga, 1883 - Kierling, Austria, 1924). Escritor checo en lengua alemana. |
Tomado del libro El canon occidental de Harold
Bloom. Editorial Anagrama. Capítulo 20. KAFKA: LA PACIENCIA CANÓNICA Y
LA «INDESTRUCTIBILIDAD»
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