domingo, 28 de julio de 2013

KAFKA A MILENA JESENSKÁ





"Los besos por escrito no llegan a su destino, se los beben por el camino los fantasmas".




Franz Kafka



“Todo lo que en Kafka parece trascendente es realmente una burla, aunque de una manera siniestra; es una burla que emana de una gran dulzura de espíritu. Aunque adoraba a Flaubert, Kafka poseía una sensibilidad mucho mayor que el creador de Emma Bovary. Y sin embargo su narrativa, breve o larga, es casi invariablemente austera en sucesos, tonalidades y situaciones. Lo terrible va a suceder. La esencia de Kafka puede encontrarse en muchos pasajes, y uno de ellos es su famosa carta a la extraordinaria Milena. A pesar de lo atormentadas que suelen ser las cartas de Kafka, se hallan entre las más elocuentes del siglo”.
Harold Bloom





Hace mucho tiempo que no le escribo, señora Milena, y también hoy le escribo por una casualidad. En realidad no tengo que disculparme de mi silencio, usted sabe cómo odio las cartas. Toda la desdicha de mi vida -no quiero con esto quejarme, sino hacer una observación de interés general- proviene por así decir de las cartas o de la posibilidad de escribirlas. Las personas casi nunca me han traicionado, pero las cartas siempre; y en verdad no las ajenas, sino justamente las mías. En mi caso es una desgracia muy especial, de la que no quiero seguir hablando, pero al mismo tiempo es también una desgracia general. La sencilla posibilidad de escribir cartas debe de haber provocado -desde un punto de vista meramente teórico- una terrible desintegración de almas en el mundo. 


Milena Jesenská



Es en efecto una conversación con fantasmas (y para peor no sólo con el fantasma del destinatario, sino también con el del remitente) que se desarrolla entre líneas en la carta que uno escribe, o aun en una serie de cartas, donde cada una corrobora la otra y puede parecerse a ella como testigo. ¿De dónde habrá surgido la idea de que las personas podían comunicarse mediante cartas? Se puede pensar en una persona distante, se puede aferrar a una persona cercana, todo lo demás queda más allá de las fuerzas humanas. Escribir cartas, sin embargo, significa desnudarse ante los fantasmas, que lo esperan ávidamente. Los besos por escrito no llegan a su destino, se los beben por el camino los fantasmas. Con este abundante alimento se multiplican, en efecto, enormemente. La humanidad lo percibe y lucha por evitarlo; y para eliminar en lo posible lo fantasmal entre las personas y lograr una comunicación natural, que es la paz de las almas, ha inventado el ferrocarril, el automóvil, el aeroplano, pero ya no sirven, son evidentemente descubrimientos hechos en el momento del desastre. El bando opuesto es tanto más calmo y poderoso, después que el correo inventó el telégrafo, el teléfono, la telegrafía sin hilos. Los fantasmas no se morirán de hambre y nosotros en cambio pereceremos.


[Traducción de J.R. Wilcock]





Franz Kafka (Praga, 1883 - Kierling, Austria, 1924). Escritor checo en lengua alemana.


Tomado  del libro El canon occidental de Harold Bloom. Editorial Anagrama. Capítulo 20. KAFKA: LA PACIENCIA CANÓNICA Y LA «INDESTRUCTIBILIDAD»
 




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