Rainer Maria Rilke y Auguste Rodin |
SCHOLLS HASELDORF
Junio 28 de 1902
(Holstein) Alemania
Honorable Maestro:
Me he propuesto
escribir para las nuevas monografías de arte alemanas, publicadas por el
profesor Richard Muther, el volumen dedicado a su obra. Así quedará cumplido
uno de mis más ardientes deseos. La oportunidad de escribir sobre sus obras
para mí es una vocación interior, una fiesta, una alegría, un grande y noble
deber hacia el cual se vuelven mi amor y todo mi celo.
Rainer Maria Rilke |
Comprenderá usted, mi
Maestro, que intentaré realizar ese trabajo con tanta conciencia y profundidad
como me sea posible. Para hacerlo sólo necesito su generosa ayuda. Este otoño
me trasladaré a París para verlo y absorberme en sus obras; especialmente para
penetrar en sus dibujos, tan poco conocidos en el extranjero. Pero, como ya
debo dedicarme a los trabajos preparatorios, pronto necesitaré sus preciosos
consejos. Para pedírselos le escribo esta carta.
Ante todo el editor
quiere tener en sus manos, cuanto antes, las reproducciones—el volumen deberá
contener de ocho a diez reproducciones. Por esto me permito preguntarle a quien
podré dirigirme para obtenerlas.
Además le rogaré que me
entere si existe una estimación aproximada de su obra, indicándome el título de
los libros que se refieren a ella; me serán especialmente necesarios algunos
ensayos que contengan detalles autobiográficos. Le quedaré muy agradecido si me
brinda su ayuda en tal sentido.
Le parecerá una
indiscreción mía que me atreva a dirigirme a usted por estas bagatelas; mas es
de una gran importancia para mí obtener los mejores consejos e indicaciones
sobre este tema, y sólo usted puede dármelos.
Auguste Rodin (1840-1917). El Beso, 1882. |
Considero una gran
pérdida no haber podido visitar su exposición en Praga, a la que me había
invitado la sociedad “Manes”. Pero espero ver este otoño en París, todo lo que
estuvo reunido en Praga. Le ruego encarecidamente, mi maestro, que me entere si
una gran parte de sus obras más importantes debe ser expuesta en otra ciudad,
para que, en ese caso, pueda verla antes de ir a París, pues de manera muy especial
deseo conocer todas sus obras antes de emprender la tarea.
No quiero concluir esta
carta sin rogarle me perdone el estilo—escribir en francés ¡me cuesta tanto!—y me
permita recordarle mi mujer, la escultora Clara Westhoff de Worpswede, cerca de
Bremen, quien en 1900 tuvo el gran honor de trabajar en París, no lejos de
usted y de la eternidad que rodea a su persona. Ella le ha enviado, hace dos
meses, algunas pruebas de sus recientes trabajos, con una carta que ha tomado
muy a pecho; ahora espera, lo adivino, con angustia e impaciencia, querido
maestro, una sola palabra suya y sus consejos, que tan importantes son y que
decidirán su porvenir: sin ellos tantea ante sí como una ciega.
Aún me falta rogarle,
ilustre maestro, que quiera perdonarme las indiscreciones de esta carta sin
forma y que crea que me siento muy feliz al poder expresarle mi admiración y la
devoción más profunda.
Rainer Maria Rilke.
Mi
dirección: Scholls-Haseldorf
(Holstein).
Alemania.
No hay comentarios:
Publicar un comentario