José Antonio Ramos Sucre (Cumaná, 9 de junio de 1890- Ginebra, 13 de junio de 1930). Poeta, educador y diplomático venezolano. |
Caracas, 25 de octubre de 1929
Señor Lorenzo Ramos Sucre,
agente del Banco de Venezuela
Maracay
Fiel Lorenzo:
Empiezo por
decirte que Federico está pensionado por el Estado Sucre y que él no se aplica
a los estudios. Es un hombre de sociedad y nada vulgar. Un joven tan alegre no
habría surgido jamás en el presidio de casa. Observa la diferencia. Luisa puede
ser hostil con los extraños, pero no desespera a sus hijos y lo ves en los
casamientos de sus hijos. Por otra parte, la presencia bonancible de Ramón
neutraliza la melancolía y severidad que pueda haber en Luisa. Yo no creo en
severidad, mal humor, irascibilidad: yo no señalo sino crueldad y vulgaridad.
Tú sabes que la
escasa resistencia que ofrezco a las enfermedades no vienen sino de un sistema
nervioso destruido por los infinitos desagrados, discusiones, maldiciones,
desesperaciones y estrangulaciones que me afligieron.
Carúpano fue un
encierro. El padre Ramos ignoraba por completo el miramiento que se debe a un
niño. Incurría en una severidad estúpida por causas baladíes. De allí el ningún
afecto que siento por él. Yo pasaba días y días sin salir a la calle y me
asaltaban entonces accesos de desesperación y permanecía horas llorando y
riendo al mismo tiempo. Yo odio a las personas encargadas de criarme. No acudí
a papá por miedo. El P. Ramos era una eminencia y yo no era nadie, sino un niño
mal humorado. La humanidad bestial no
veía que el mal humor venía de la desesperación del encierro y de no tener a
quien acudir. Yo temía a papá, quien era atento con Trinita y no conmigo. Ya
ves cómo se vino elaborando mi desgracia. Suponte que yo era regañado por el
Padre Ramos y regañado por la plasta de mierda de Martínez Mata porque retozaba
con los niños de mi edad, a los once años, en la plaza de Santa Rosa. Es decir,
yo era regañado por un acto impuesto por la pedagogía anglosajona hace tres
siglos y defendido celosamente por la policía anglosajona. Habla con personas
que conozcan a Inglaterra y los Estados Unidos.
Al salir de ese
presidio de Carúpano, circuito del infierno dantesco, pude salir a la calle,
pero la tiranía era más severa aunque de nueva forma. Incurría en el enojo de
Rita Sucre por actos de falta de atención o de fatiga de la atención y estas
escenas eran tremendas y duraban meses. No podía aplacarla a pesar de mi
docilidad nativa. Yo me creía obligado a dar el ejemplo de la honestidad y sólo
conseguí ser un hipócrita, un mentiroso.
Creo en la
potencia de mi facultad lírica. Sé muy bien que he creado una obra inmortal y
que siquiera el triste consuelo de la gloria me recompensará de tantos dolores.
Lorenzo Ramos Sucre, hermano del poeta. |
Ahora, yo
observo que yo era más vivo que mis contemporáneos y que ellos sólo me
superaban en tener hogar sedante y tolerante. Yo he sido querido, admirado,
compadecido por bellísimas mujeres. Naturalmente, no he abusado de su bondad.
María del Rosario Arias habló conmigo una sola vez, antes de venirme para
Caracas y me recordaba afectuosamente por ese único motivo. Se asombró de mi
humanidad y amenidad al conocerme.
Yo no recuerdo
a José Antonio Yépez. Salúdalo con mucha cordialidad en mi nombre. Dolores
Emilia está muy satisfecha de ti y de tu gente.
Los juicios
acerca de mis dos libros han sido muy superficiales. No es fácil escribir un
buen juicio sobre dos libros tan acendrados o refinados. Se requieren en el
crítico los conocimientos que yo atesoré en el antro de mis dolores. Y todo el
mundo no ha tenido una vida tan excepcional. Solamente Leopardi, el poeta de la
amargura. Alguien ha apuntado ya mi semejanza con el lírico y filósofo italiano.
Lírico es el que habla de sus propias emociones.
Antier estuvo
por aquí la importante Gladys, mi sobrina perfecta. Creo que no se fue
descontenta.
Conserva tu
salud y compra una casa en Caracas.
Te abraza tu
hermano,
J.A.R.S
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