miércoles, 8 de mayo de 2013

FRANZ KAFKA. Cartas a Mílena





Milena Jesenská



Merano-Untermais, Pensión Ottoburg
 
Estimada Frau Mílena:


        Le escribí unas líneas desde Praga y luego desde Merano. No ha habido respuesta. Por supuesto, esas líneas no exigían contestación inmediata y si su silencio no es más que señal de una relativa bienaventuranza -lo cual con frecuencia se traduce en una cierta resistencia a escribir- me doy por satisfecho. Pero también existe la posibilidad -y por eso le escribo- de que en mis líneas la haya herido de alguna manera. ¡Qué torpe sería mi mano, contra toda mi voluntad, si ése fuera el caso! O bien -y eso sería mucho peor por cierto- que ese momento de sereno respiro, al cual usted aludía, haya pasado y una vez más se inicie una mala época para usted.
        Acerca de la primera posibilidad no sé qué decir. ¡Es algo tan ajeno a mí y lo demás me toca tan de cerca! Respecto a la segunda posibilidad no le brindaré consejos -¿cómo podría aconsejarla yo?-; me limitaré a formularle una pregunta: ¿Por qué no abandona Viena por un tiempo? ¿Usted no carece de asilo como otra gente? ¿No extraería nuevas fuerzas de una estadía en Bohemia? Y, si por razones que yo desconozco, no quisiera visitar Bohemia, podría viajar a algún otro lugar. Quizás incluso Merano sea conveniente. ¿Lo conoce?
        De modo que espero dos cosas. La continuación de su silencio, lo cual significa: "No hay razón para preocuparse, me va bastante bien." O bien unas pocas líneas.
Afectuosamente Kafka


He advertido, de pronto, que en realidad no recuerdo su rostro en detalle. Sólo creo ver aún su figura, su vestido, mientras usted se alejaba entre las mesas del café.

Franz Kafka


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